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Síntomas habituales tras el cambio de hora

Publicado en1 Año hace por
Como ya sabemos, España modifica los relojes para optimizar las horas de luz y ahorrar energía dos veces al año. El primer cambio lo realizamos a últimos de octubre entrando en el horario de invierno y ahora es cuando nos toca entrar en el horario de verano. Exactamente lo haremos el próximo 26 de marzo donde tendremos de adelantar los relojes ya que a las 2.00 serán las 3.00 horas.
 
Actualmente se realiza en Norteamérica, Europa, algún país de Sudamérica y una zona de Australia reportando escasos beneficios económicos. De hecho, a efectos prácticos este cambio de hora puede suponer alternaciones en nuestro organismo en actividades y situaciones a las que tenemos que volver a acostumbrarnos. Para que sepas la mejor manera de hacerlo y conozcas los síntomas más habituales, te los resumimos en Farma te cuida

Síntomas que produce el cambio de hora

Es posible que el cambio más importante tras el cambio de hora al horario de verano sea la alteración de los ritmos circadianos. Son los responsables de regular los cambios físicos y mentales que experimentamos durante el día. La glándula pineal inhibe la producción de melatonina cuando hay luz y la estimula cuando hay oscuridad, con el fin de prepararnos para el sueño.
 
Estos ritmos están controlados por un reloj biológico situado en nuestro cerebro que nos ayuda a regular el sueño. Aparte de los ciclos de sueño-vigilia, los ritmos circadianos también pueden influir en: la secreción hormonal, los hábitos alimentarios, la digestión, la temperatura corporal y en otras funciones importantes del cuerpo.
 
Está demostrado que el cambio de hora produce un desajuste o desincronización temporal entre las señales externas que recibimos y las internas. Por mucho que el despertador suene a la misma hora, sabemos que estamos madrugando más. Eso puede provocar síntomas parecidos al jet lag como: fatiga y cansancio general, somnolencia, dificultad para conciliar el sueño, irritabilidad, falta de concentración y disminución del rendimiento físico e intelectual. También podemos sentir hambre, falta de apetito o sensación de estar llenos a horas intempestivas o tras una comida.
 
Las personas con algunas patologías, las personas mayores y los bebés pueden notar con más intensidad los anteriores efectos. En cualquiera caso, nuestro cuerpo se recupera con rapidez y facilidades, bastante unos tres días para que los ritmos circadianos estén recuperados.

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